101 DE RONDA. HASTA EL AMANECER DEL DÍA SIGUIENTE.
Posando ante el el camión militar que portaba las mochilas |
Sí, corriendo hasta el amanecer del día siguiente, esto es lo que el pasado fin de semana, 11 y 12 de mayo, me tuvo atareado durante 24 horas. Una locura que hace 25 años ni se me habría pasado por la cabeza intentar y que ahora, recién entrado en mi primer medio siglo, esperaba con impaciencia conseguir el dorsal cedido para participar.
Organizada por militares españoles,
concretamente legionarios, los 101 de Ronda es una prueba ultra trail de
resistencia que consiste en recorrer 101 kilómetros en menos de 24 horas. Se
pueden hacer de dos maneras, en bici y a pie, pero cualquiera de las dos es
terrible.
En ediciones
anteriores ya había habido participación de miembros del Club Tomate Running de
Miajadas, concretamente Mikaela Trigo Gil , Olegario Renilla, y Jesús García,
este último en la modalidad MTB. Para este año nuestro Club iba a estar
representado por los tomatitos Manuel
Zazo, Olegario Renilla, Jesús García, José Luis Martín y Alberto Masa. Nada menos que cinco representantes inscritos, cuatro de ellos en la modalidad de marcha individual y el quinto, Jesús, que repetía en MTB.
La parrilla de salida desde Ronda era un
espectáculo en sí misma. Más de siete mil corredores entre marchadores y
ciclistas dentro de un estadio equipados cada uno con sus colores y motivos
particulares y un graderío entero lleno de familiares y entusiastas que se
acercaron para dar ánimos a los atletas antes del inicio de la dura travesía
que nos esperaba. El ambiente era fenomenal,
festivo, saludable; gente calentando, estirando, grupos haciéndose fotos;
medios de comunicación nacionales e internacionales entrevistando a algunos
participantes...; en fin, todo y todos muy animados. Pero lo realmente
impactante (para mi, eh) fue ver cómo se colocaban en la línea de salida los
cerca de tres mil ciclistas que acudieron. Imposible localizar a nuestro
tomatito Jesús entre toda aquella maraña de cascos y maillots.
Tras unas palabras de ánimo a cargo de un alto
mando de la legión, salimos, ciclistas primero y marchadores después, hacia una
aventura por la sierra y los alrededores de Ronda hasta completar 101
kilómetros con suerte dispar pero con una cosa en común: el sufrimiento. Nadie
que estuviera allí, por muy duro que sea, se libró de padecer los envites del
cansancio por fatiga, falta de potasio, dolores de pies, sed o cualquiera otra
de las muchas dolencias que pueden aparecer. La alegría con la que el pelotón
kilométrico salió de Ronda, contrastaba con las caras y cuerpos desencajados que
a distinta hora iban llegando a meta, sin contar a los cientos que se fueron
quedando por el camino o retirados por los servicios sanitarios.
De las distintas
etapas de que constaba la carrera, había dos puntos que eran decisivos para los
corredores, una era el kilómetro 35, una cuesta a la hora de más calor, y el otro era el 78, en el Cuartel. Pero
ayudaba la buena disposición de una organización bien dispuesta, disciplinada y
perfectamente acostumbrada a este evento. Cada cinco kilómetros había
avituallamientos suficientes para hidratarnos, alimentarnos y para descansar
aquel que quisiera. Una nota muy elevada para esta organización.
En cuanto a los tiempos empleados para cubrir
la carrera, también fueron dispares. Jesús, con la bici, se lo tomó con calma y
tras algún incidente y varios cabreos por la idoneidad del terreno, llegó a la
meta en 11 horas. Los corredores por su
parte igualmente se diferenciaron en los tiempos, Manuel y Ole terminaron en 14
horas, seguidos de Alberto Masa, que tras unos problemas físicos que casi hacen
que se retire, logra terminar en 19 horas. Y para cerrar la clasificación de
los “Tomate Running”, después de 20 horas y media, al amanecer del día siguiente
llegó José Luis (el que escribe) arrastrando las zapatillas con la mochila y
una vara que cogió en el camino. Feliz,
por cierto, de terminar y de ver que, a pesar de la hora (7´30 de la mañana),
mis amigos Jesús y Olegario estaban plantados en la meta para esperarme y darme
ánimos. Eso son amigos, pensé. Y no lo olvidaré jamás.
Agradecer
desde aquí a todos aquellos que nos animaron y motivaron para concluir esta
prueba tan dura, desde la organización, hasta el público. Sin olvidar a los
amigos del Club que antes de partir me animaron y jalearon para conseguirlo, en
especial a Agustín Pulido, que incluso me llamó varias veces en plena carrera
para charlar un poquillo y desearme suerte. Gracias a todos y, como dicen el
amigo Alberto Masa y Arnold Schwarzenegger: volveré.